El mar, el olor a salado, la arena fina y suave que te acaricia la piel, el cielo azul intenso. Y el infante que corretea feliz cubo y pala en mano, sin nada más que preocuparse de la felicidad, de disfrutar el momento, del vivir sin nada en que pensar, tan solo sonriendo y disfrutando del entorno paradisíaco que le rodea... eterna inocencia
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